APEGO
APEGARSE y
DESAPEGARSE
Apego
Concepto que
se presta a malos entendidos.
Se considera
como una forma inadecuada de quedar adherido a personas o situaciones
(objetos): soltar los apegos
Hay un apego
positivo. Es el apego necesario del ser humano en la primera infancia (“apego
seguro” según la literatura).
Da origen a
relaciones con apegos “sanos” en la vida adulta.
Apego “sano”: características
-
Se reconoce a la persona como ser individual y
como ser “diferente”;
-
Se respeta la libertad de la persona con quien
comparte afectos;
-
Se puede vivir en soledad, sin necesitar la
presencia del otro;
-
No se desarrollan emociones de celos, envidia o
posesividad;
-
Se quiere el bien de la persona (su desarrollo)
y no que nos complazca.
Apego patológico: rasgos
-
Posesividad en algunos casos;
-
Indiferencia hacia las relaciones íntimas en
otros casos y evitamiento;
-
Vivencias contradictorias: búsqueda de
relaciones e incapacidad de modular las manifestaciones afectiva: de un extremo
de invadir y querer controlar al otro a actitudes de indiferencia y rechazo;
-
Emociones acentuadas de insatisfacción en las
relaciones con brotes de celos, envidia y agresividad;
-
Relaciones conflictivas y tóxicas (control
excesivo vs. desinterés hacia el otro);
-
Ambivalencia hacia los demás (considerados
necesarios para estar bien y rechazados porque no pueden satisfacer esta
fantasía);
-
Soledad existencial; insatisfacción personal;
inseguridad sobre su propia valía.
Este apego
disfuncional (en término psicológico “inseguro”) se puede trabajar y llegar a un reacomodo de la capacidad de
relacionarse. Con términos impropios se llama comúnmente “desapego” o
“desprendimiento”.
-
Estrategias
cognitivo-conductuales: analizar el propio comportamiento (ambivalente y
disfuncional para las relaciones); eliminar las distorsiones perceptivas;
elaborar un plan conductual más respetuoso de los demás; aceptar las cualidades
y límites (en uno mismo y en los demás) en su dimensión real; eliminar
estereotipos y prejuicios; afinar la capacidad de emitir un juicio y tomar
decisiones;
-
Manejo de
las emociones: control de los impulsos agresivos (de enojo); manejo del
miedo al abandono y la soledad; aceptación de un cierto grado de angustia (es
normal su presencia); aceptar períodos de tristeza que llevan a menudo a tomar
decisiones desconsideradas y ligados a las relaciones (no todo sale perfecto en
los afectos); control de los celos, la envidia y el deseo de manipular;
-
Valoración
de la dimensión espiritual (valores, criterios éticos y creencias):
potencializar los valores que permitan una consideración positiva de los demás
(respeto, libertad, justicia, lealtad, etc.); implementar los valores y
creencias para que se vuelvan “operativos” en la conducta (dignidad sagrada de
cada persona; respeto de su vocación personal, perdonar y pedir perdón, acuerdo
con las creencias religiosas de amor al prójimo); evitar conductas que hieran o
dañen a los demás.
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