REALIZACION PERSONAL

 

Realización personal

 

Las motivaciones se desarrollan por un lado en satisfacer necesidades y, por otro, en cumplir con aspiraciones y metas. Se encuentran en la encrucijada entre necesidades y valores.

 

La realización de uno mismo es uno de los deseos más apremiantes en nuestra vida. A menudo nos sentimos realizados por el “hacer” muchas cosas, llevar a cabo muchas iniciativas, tener éxitos sociales. Sin embargo, la verdadera realización personal se manifiesta en la capacidad de “ser”, es decir de valorar nuestros talentos, nuestras aspiraciones más profundas, el cultivo de nuestros valores, creencias y criterios éticos: “ser mejor persona”.

 

Encontramos dos diferentes perspectivas respecto a la realización personal:

-          Por un lado, la búsqueda “directa” de la realización personal; en este caso hablamos de auto-realización;

-          La búsqueda de ser mejor persona; la realización personal no es perseguida directamente, sino se nos da como un “regalo inmerecido” que proviene de haber cumplido con la propia misión en la vida.

 

Tensión evangélica entre realización personal y “negación” de uno mismo. Podríamos hablar en este caso de “polaridad”: no se trata de eliminar uno de los dos extremos, sino de vivirlos en una tensión, una polaridad que funciona sólo en su dialéctica. La negación de uno mismo es la negación del “ego”, del egoísmo, de la inmadurez; la realización personal se encuentra en la trascendencia hacia los demás y hacia Dios. Los dos elementos nunca desaparecerán por completo: quedarán rasgos de “ego” y nunca se logrará una realización perfecta: la esperamos como regalo gratuito de Dios.

 

El orgullo-satisfacción por los avances y los éxitos no está peleado con la genuina humildad, más bien se pueden conjugar: la persona humilde ve sus logros, pero los atribuye a una serie de factores que no están bajo su control (factores externos, circunstancias favorables, el azar) y, sin duda, a la gracia de Dios. El orgullo no es referido a la persona que tiene éxito, sino a los éxitos objetivos: “Estoy feliz porque la situación se ha arreglado”, “porque pudimos cumplir con nuestros sueños”, etc. El orgullo positivo es por el bien que se difunde, por el sufrimiento que se aminora, por la belleza que se manifiesta, por la verdad que se impone sobre las mentiras, etc.

 

Esta visión permite también enfrentar de manera diferente los fracasos. Ciertamente puede darse el fracaso porque no hemos planeado bien, porque no hemos invertido suficientemente nuestras energías o esfuerzos, por no haber buscado las oportunas colaboraciones; sin embargo, el fracaso puede ser efecto de coyunturas adversas, de hostilidad por parte de otras personas. Hay fracaso, a menudo, porque no hemos renunciado a nuestros valores y directrices de vida.

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